martes, 30 de octubre de 2018

Día 30

No sé cómo has vuelto.
Imagino que me atrevo a mirar de reojo, la silueta que ha quedado en lo que fue tu hogar. Ahora tengo un hueco entre los pulmones y la garganta, con una llama que pretendió ser tu amparo al frío de una lluvia que cesó, allá donde estés, hace mucho. Ahora el juego de sombras recrea fantasmas que mutan con cada "puedo con esto".

Espero que te hicieras con un buen paraguas, y que parte del calor te calara.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Día 24

La vida me ofrece una copa, yo de resaca.
No tengo claro si estamparme contra tu boca, o contra la realidad de su recuerdo. Mi pasado, yo.
En medio de este encontrarme, me siento segura. Y tú me sonríes y me invitas a seguir andando a la perdición, o al renacer.
Soy la que nunca fui, mirándote a los ojos.

sábado, 20 de octubre de 2018

Respirando

Gracias, luz. Llegas en forma de masa, de hambre, de agua.
Llegas a sostener la caída a sabiendas de que el golpe puede ser mortal,
a recordarme los comienzos, el hormigueo y las ganas de vivir.
Qué hubiera sido sin ti... quizá un final en un baño cualquiera, o un intento fallido del que jamás hubiera podido salir.

En el momento en que el vértigo desaparecía ante la certeza del contacto con el más profundo de los fondos, llega en forma de pluma a mecer todos los para qué. Volverán, como el inmigrante a casa, mientras, acaricio la suave cama...

martes, 16 de octubre de 2018

Re-conozco

La vía única se ha bifurcado. El camino de vuelta, sellado. Aparecen manos que alientan la lucha, el avance, la vida. Aparezco yo. Me reconozco. Me saludo como aquel que lleva años sin abrazar a un amigo exiliado en tiempos peores. Como quien cuida en el mecer su propio cuerpo, todas sus edades.

lunes, 15 de octubre de 2018

Capítulo 1

Esta es la historia de un fracaso. De una ruptura por abandono, del comienzo de lo que pudo ser y no fue. Esta es tu historia, y la mía, contada a través de mis ojos.

No sé si lo recuerdas. La primera vez que nos vimos fue en Gran Vía. Tuviste que buscarme porque siempre me desoriento y suelo perderme en la multitud. Yo apenas sabía explicarte en qué boca de metro estaba. Madrid me resultaba aún muy ajena. Recuerdo girar sobre mí misma y verte, con tu abrigo verde, con el que te imagino ahora cuando fantaseo qué estarás haciendo este invierno, tan lejos de mí. Nos saludamos con dos besos y fuimos andando a Plaza de España. Yo tan tranquila, porque parecía haber hecho una nueva amiga, tú tan decidida, aprisionando los nervios con un dominio que siempre te ha caracterizado. 

Peregrinamos en busca de una cafetería y al final el sitio fue lo de menos. Yo me acomodé en aquel sofá, con mi café, y tu, frente a mí, apenas hacías más que escuchar con interés. Qué fácil fue hablar contigo... y cómo esperaba que te convirtieras desde ya, en una constante. Aún no había nacido ninguna atracción más que la intelectual en mí (a pesar de tu aire dulce y sexy)... Aquel fue el día en que te hablé de astrofísica, y tú me hablaste de tu novela...

domingo, 14 de octubre de 2018

Lluvia

Se ha hecho de día aunque no lo parece. 

Ella no para de escribir en casa. Tiene entregas que hacer, y una losa que la supera a la espalda. Apenas puede ver. No sabe por qué, hay un velo de distorsión que la separa de la vida.

Pero ha llegado el olor  a lluvia...

Mira por la ventada. Todo está gris. Su ánimo se ha expandido al mundo. Casi se siente culpable, cuando empieza a llover.

La humedad se condensa delante de ella. Puede ver el proceso en que toda la tristeza decide unirse y caer por su propio peso.

Sale al balcón y se baña en las desgracias vencidas del mundo, que arrastran su pena a los pies de viandantes despistados a los que la lluvia cogió por sorpresa. Y llora.

Ahora ve.

sábado, 13 de octubre de 2018

Carretera

Se me duermen las manos y los pulmones.
Hoy he conducido por una carretera eterna, rodeada de pastos. Amarilla toda ella.
He sentido que viajaba a una muerte segura, y por un momento, no he existido.

No era duro para la mayoría. En general uno llora varios días y luego vuelve a la vida mejor que mal.
La familia cercana sí se desmoronaba. La rutina se daba la vuelta y nada volvía a ser igual, aunque haga mucho que me fui.

No he sabido dónde meterte a ti. Supongo que en una especie de recipiente aislado, en cuarentena. Supongo que son esas cosas que solo sabes tú. Que nunca me explicaste. A ti tenía que preguntarte todo porque descifrarte era equivocarse una y otra vez... Descrubirte fue un poco por instinto, y todo lo demás puro interés, ganas, belleza. Pero es mejor no pensarlo.

He dejado de existir por un momento, y he tomado conciencia de lo absurdo que es morir un poco en cada duelo (del frío que se va quedando, del ciclo, la espiral). Y lo necesario... para generar nueva vida.

Estoy envolviendo la mía, y espero ansiosa el momento de abrirla.

viernes, 12 de octubre de 2018

Día 12

He aguantado las ganas de llamarte sustituyéndote por otra.
Me estaba ahogando y ella ha drenado todo el agua de alrededor.
Sin sexo, no me malinterpretes, no es ese tipo de otra.
Es solo, una que me quiere.

Me acostumbraré a tu ausencia, como a un ruido sordo,
y llegará el momento en que no recuerde de quién es la forma del vacío.

Tengo unas ganas tremendas de pasar este duelo, y volver a vivir Madrid.

jueves, 11 de octubre de 2018

Antes de dormir

Tengo un estudio pormenorizado de tu día escrito con mi propia letra.
Tus horarios, tus costumbres.
El momento y modo en que te quitas las lentillas
y te abandonas, por unos segundos a la oscuridad.

El momento en que te asaltan los recuerdos,
el momento en que aparezco,
justo antes de ponerte las gafas y volver a un mundo milimétricamente controlado.

Cuando no te queda más que mirar hacia dentro, muy profundo.

Cuando lloras, dudas, y la sombra del arrepentimiento te amenaza.

Tengo un estudio imaginario de tu día,
En el que vuelco todos mis deseos
justo antes de dormir.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Cosas de cervezas...

¿Cómo te has ido tan lejos?
De mi cama, al otro extremo de un teléfono al que no me atrevo a llamar.

Cueva


He decidido entrar despacio, para asegurar el paso. Todo está oscuro y no consigo tocar ninguna pared. En cuanto he pasado el umbral, la entrada ha desaparecido. No sé qué clase de cueva es esta ni a dónde lleva…

He perdido la noción del tiempo. Sería incapaz de decir cuánto llevo aquí dentro. Puede que segundos, puede que días. Intento sentir si ha cambiado algo por el tacto de mi propia piel, pero ya no sé con qué compararlo.

Voy andando muy despacio. Con seguridad. Arrastro los pies, punta talón. No oigo nada y me duele la cabeza. Me pesa todo el cuerpo y no soy capaz de articular palabra. Quizá sea por el frio. Debí coger más abrigo y unas botas de agua. Tengo los pies empapados por un agua silenciosa que inunda todo.

A veces pienso que quizá haya pasadizos laterales. No sé si ando en línea recta o voy torciendo el camino hasta dar vueltas sobre mí misma. No sé si es una cueva, o un enorme recinto subterráneo diáfano. Estoy atenta a alguna luz. Nada. ¿Desde cuándo, nada?

Creería estar suspendida en el tiempo si no sintiera cómo la gravedad me arrastra. Cada movimiento es un esfuerzo que dentro de poco ya no me podré permitir.

Me da miedo tumbarme en el suelo encharcado y morir de hipotermia, o no poder levantarme luego. Pagaría por una muerte rápida si tuviera con qué.

A veces miro hacia arriba y pienso que quizá vengo de ahí. Quizá he caído y es por eso por lo que no hay modo alguno de salir. Y sigo cayendo. Y cayendo. Hasta llegar al final del camino, o a mi propio fin.

He entrado, asegurando el paso, hacia la muerte, no sé dónde, no sé cuándo.

se apaga

Una chispa se prende. Temblor torpe, Vuelco contenido, Sueño espontáneo.  Una chispa se prende. Se que se elevará lentamente hasta apagarse,...