Hay peligros que se asientan con los años. La sensación de lo vivido como llanura inmensa bordeada por el espesor de un bosque verde intenso, en el que corren, salvajes, las bestias más extraordinarias, indecentes, libres. La sensación de que ese mundo exótico es impenetrable, mientras caminas exhausta por tu secarral. Aguantar como mantra. Un poco más. Y si... Los golpes contra el suelo, los golpes contra la frontera, los golpes de realidad. Los espejismos se van perdiendo, como la esperanza. Y el sudor va dejando un rastro denso como plasma, en el que se reflejan los días, los que pasaron, los que te fueron perdiendo, en los que fuiste quedando, por los que menguas. Y menguas, y menguas sabiendo que, a ese paso, no habrá más que un final por desgaste.
Este es mi diario, lejos de ser algo con forma perfecta, de seguir cánones de belleza o estilo, de pretender nada. Solo es el lugar donde vomito, donde grito de alegría o pena, donde conecto, cuando me acuerdo, conmigo. Un hilo conductor que atraviesa mis días.
sábado, 6 de noviembre de 2021
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se apaga
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