He querido morder esos labios tantas veces... Tocarte, tantas veces... Que mi cama se volvió una cueva primitiva en el mismo instante en que entraste en mi habitación.
He querido que me lamas tantas veces, que la única sorpresa fue encontrar tu esternón dulce, deseando acogerme, y tus manos cálidas...
Nos frenamos tanto hasta entonces, que nos desbordaron las ganas, y ahora, ya, no sé qué hacer con ellas.
Estoy explorando zonas oscuras que
Estoy metiendo el pié hasta el fondo, y no podré decir que no lo supe.
Estoy viviendo.
Y ahora
os entiendo mejor a todos.
Me entiendo mejor a mí.