Como un elástico que acaba dando de sí a fuerza de resistirse, como un atleta lesionado en la recta final, como el segundo en que respiras después de un minuto de buceo, La renuncia cansada. El pecho en la frontera del desastre. La toalla en el suelo. El estoicismo por agotamiento. 

¿Y si hubiera un salto más? Aire o golpe. 

16.03.22

Para ver se necesita perspectiva. Distancia, tiempo, espacio. He escalado los años y, desde aquí arriba, después de desgarrarme con cantos, de endurecer heridas, de temblar de miedo, de darme por vencida y, aún así, ganar; solo te veo a ti. 

Y es como caer rodando de vuelta al comienzo, querer creer que no he aprendido nada, porque si esto es clarividencia, no puede ser más que luz fulminante, palabra certera, silencio final. 

A mi lado

Me estaba enamorando de ti. Recorría un país de identidades rotas mientras recomponía la mía, página a página, desde tu pluma. He tardado en entender que sigas presente. Mi vida ha naufragado tanto que no me quedan lastres, pero tú... Estabas decidida a acabar conmigo, a empezar por mí. Habías tallado la punta sin conocer la diana. Dime, por favor que no era un recetario, dime que no aciertas cada vez. Que tus palabras escogidas, aún torpes, esas que brotaban apuntando lo que llegarías a ser, no eran descifradas por cualquiera. Dime que fue una lengua secreta, un idiolecto pasado que auguraba nuestro encuentro. Y explícame -hazme entender, justifícalo, defiéndete, dame una razón para no odiarte- después, por qué no escribiste el final.