Hay un hogar en Madrid.
Hay un lugar en el que siempre estoy en casa
incluso cuando las espinas que escupen labios amigos
hacen diana en mis dedos y ya no puedo escribir,
o cuando el suelo se rompe en cristales que ahondan en mis plantas,
que se filtran a mi sangre y me arañan el corazón.
Hay un hogar en Madrid.
Un lugar en que puedo lamerme las heridas,
tranquila, caliente.
Donde me abrigan más manos de las que me ahogan,
donde me abrazo a mi misma,
sin que el reflejo de lo que no soy, me asfixie.
Hay un hogar en Madrid
Casa, cascaron, valentía y riesgo; y tirita.
Botiquín de primeros auxilios, mochila, y una flor en la boca,
arranco a su encuentro.
Amanece temprano tan inmenso como lo soñé,
-tan distinto-, me da los buenos días,
me abre la puerta, y me invita a creer.
Hay un hogar en Madrid,
tiene que ver conmigo,
y con vosotros.
Este es mi diario, lejos de ser algo con forma perfecta, de seguir cánones de belleza o estilo, de pretender nada. Solo es el lugar donde vomito, donde grito de alegría o pena, donde conecto, cuando me acuerdo, conmigo. Un hilo conductor que atraviesa mis días.
miércoles, 9 de enero de 2019
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