Querido mundo,
no puedo seguirte el ritmo.
Vivo hogada tras tus pasos.
A veces me paro a respirar
y pienso que no importa,
que contemplar también es vivir...
Pero observo a la gente
inmersa en su dinámica vital,
y me aterra la idea de estar a la espera de la muerte.
A veces no sé si estoy pagando por adelantado, ni qué hacer para remediarlo.
A veces todo el esfuerzo es nada, y la vida me atropella.
A veces, en medio de todo, recuerdo mi infancia, y me abrazo tan fuerte, que recuerdo que solo yo me sostengo.
Inspiro profundo. Huele a verano.
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