auguran la decadencia,
la muerte llama a las puertas
que la pobreza aún cierra.
Casandra habló tan despacio
que el aire pudo entenderla,
ahora susurra el secreto
que la incredulidad silencia.
El pueblo se muere de hambre,
no sabe dónde navega,
capitán, timón y quilla
se deshacen sin ver tierra.
La esperanza deja ciega
la mirada del que otea
y una calma peligrosa
duerme a toda la marea.
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