martes, 25 de diciembre de 2018

Ser extranjera

El golpe de realidad de la vuelta.
Ser extranjera es volver a casa y, que en el regreso, no quede hueco más que en tu familia.
Contemplar un movimiento que te es ajeno, que te tiñe de azul, de naranja. 
Ser extranjera es que te recuerden tu acento en casa y en hogar. 
Ver que la muerte avanza a lo lejos y acercarte para contemplarla. 
Elegir la soledad de unas calles en las que no creciste, 
y ver que, aquellas en las que creciste, ya no son.
No reconocer las tiendas, sorprenderte con carteles de "se traspasa", 
mirar la puerta vencida de los bares donde creciste, 
acoger los flashes, caras cuyos nombres no recuerdas.
Tener por un instante 15 años volviendo de noche a casa y ver que poco ha cambiado, 
salir a la luz del día y no saber bien dónde estás. 
Darte cuenta de que nunca lo has sabido. 
Ser extranjera es mirar a los ojos a la soledad, a esa que estuvo siempre contigo, con todos, abrazarla, y llorar con ella. 

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