Ayer sentí tu mano bajo la mía. Me apretaba firme y suave, y yo rozaba las rugosidades de tus dedos, como hacía entonces, con la tranquilidad de quien sabe que ese el sitio donde tienen que estar, que no huirán; que al fin se han encontrado.
Tuve una casa en tu pecho.
Tuvimos una casa en nuestro pecho.
Nunca más habrá hogar.
Ahora el agujero negro de mi estómago trata de arrastrar a mi corazón, que resiste como una goma que se estira hasta dar kilómetros de sí. No veo el momento en que se despegue del hueco de mis costillas y caiga hasta el infinito, y tiña de pasiones frustradas todos mis huecos vacíos.
Este es mi diario, lejos de ser algo con forma perfecta, de seguir cánones de belleza o estilo, de pretender nada. Solo es el lugar donde vomito, donde grito de alegría o pena, donde conecto, cuando me acuerdo, conmigo. Un hilo conductor que atraviesa mis días.
miércoles, 19 de junio de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
se apaga
Una chispa se prende. Temblor torpe, Vuelco contenido, Sueño espontáneo. Una chispa se prende. Se que se elevará lentamente hasta apagarse,...
-
Te quise. Por más que me resista a aceptarlo, te quise. Me dejé arrastrar por la idea que tienes de ti. Dejé que fuera la mía. Ignoré el in...
-
Confieso, amor, que no sané. Que la seda de tus dedos que tanto, en es(t)e tiempo, amé se adhirió a mis recuerdos como crudo. Confieso, mar...
-
Me agarré a las costuras, Hundí cada uña en una puntada. Rogué al tiempo. Corté el aire una vez dentro. Bañé mi cuerpo para atemperar mis ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario