La vida no es para los cobardes.
La veo pasar. Me asomo al balcón y la veo pasar.
La vida, las vidas.
Pasivamente.
La vida no es para los cobardes.
Mentiría si dijera que quiero ser Abel.
Quiero su valentía.
No mira a los ojos a la vida, se inunda en ella.
No saldrá de una pieza, no podrá decir que no ha vivido,
y sin embargo,
como yo,
estoy segura de que hace mucho que murió.
De todas las formas de asumir la muerte, elegiría la suya con los ojos cerrados,
si aún quedará en mí un ápice de energía; si fuera valiente.
Este es mi diario, lejos de ser algo con forma perfecta, de seguir cánones de belleza o estilo, de pretender nada. Solo es el lugar donde vomito, donde grito de alegría o pena, donde conecto, cuando me acuerdo, conmigo. Un hilo conductor que atraviesa mis días.
sábado, 11 de mayo de 2019
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