Los segundos se derraman
en la almohada en la que, desde hace mucho, no descansan tus torpezas.
Han enfangado todo y como arenas movedizas me abrazan a la cama.
Soy presa del pasado. De uno en el que ya no estabas, de uno que combina tu ausencia con mi vacío.
Un agujero negro.
El tiempo se dilata y este caer es tan inevitable como eterno.
¿Qué suelo me dará impulso en el fondo de la nada?
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